jueves, 9 de enero de 2014

Cometemos “errores”, pero nunca nos “equivocamos”






Cada vez que tomo una decisión, cualquiera que sea, marca un determinado camino, traza un recorrido concreto.
Toda opción no es sino abrir un sendero en medio de la espesura de las infinitas posibilidades que se nos muestran.  Con cada decisión tomada creemos despejar el camino de las dudas, miedos e incertidumbres y nos adentramos, a pesar de todo eso, si no con la certeza, si al menos con el deseo o la esperanza de escoger lo mejor.

No creo en el masoquismo como rasgo humano. Lo que sostiene la vida es el gozo y no el sufrimiento. El masoquista no busca el dolor por sí mismo sino por el placer que aquél le proporciona. Por esto mismo dudo que nadie haga algo desde la certeza absoluta de que es lo peor para él.
Siempre vamos a tender a lo mejor o más favorable para nosotros, aunque no siempre acertemos en el reconocimiento de lo que ciertamente nos conviene.
Cuando tomo una decisión es porque, desde el nivel de conciencia que en ese momento tengo, creo que es la más adecuada y pertinente.

Muchas veces nos autoinculpamos injustamente por las decisiones que tomadas tiempo atrás ahora se pueden revelar o manifestar como erróneas.

Supongamos que hace unos años tomé una decisión. A partir de ella inicié un determinado camino. Cuando pasados unos años me paro y compruebo que he de cambiar de dirección, valorar lo que se decidió entonces como una equivocación me parece un error, una injusticia.
Simplemente porque cuando decidí aquello y en aquel momento era lo que sentía como “mejor”.
Y si hoy hago una nueva valoración y me encuentro en otra situación….. es gracias a todo lo recorrido a partir de entonces. Sólo estoy en un determinado punto, momento o lugar por todos y cada uno de los pasos que me condujeron hasta este aquí presente.

Si hoy ya no sigo viviendo una decisión como acertada eso mismo me lanzará a una nueva decisión que abrirá mi vida a nuevos senderos de cambio.
Una decisión nunca invalida la anterior, simplemente la corrige, la sucede, la reorienta.
No puedo “condenar” el pasado desde el momento presente ya que éste es hijo, deudor, consecuencia de él.

Tal vez este tiempo vivido, este espacio recorrido, estas vivencias que se han ido sucediendo… y que ahora percibo, interpreto como una equivocación , no sean sino un error, es decir, un puente que media entre mi inexperiencia pasada y mi sabiduría presente.

Una y otra vez me digo “amo y bendigo todos y cada uno de los pasos que he dado”.
Y compruebo que esta aceptación y reconocimiento no hace sino adecentar y mejorar cada paso presente.

Es entonces que también puedo decir “amo cada paso que doy” con la conciencia y alegría de saber que “puedo cambiar de dirección”.

Es así como voy sintiendo que todo gesto pasado es siempre redimido por el gesto presente que le sucede.  

                                                                José María Toro.
                    Del libro: LA SABIDURÍA DE VIVIR (4ª ed.) 
                    Editorial Desclée de Brouwer.

JOSÉ MARÍA TORO. Maestro. Escritor. Formador y conferenciante.
Autor, entre otros, de "Educar con Co-razón" (19ª ed.), "La Sabiduría de Vivir" (4ª ed.)"Descanser. Descansar para Ser" (3ª ed.)  y "Mi alegría sobre el puente. Mirando la vida con los ojos del corazón" (2015) publicados por la Editorial Desclée de Brouwer.
Coautor de: MAESTROS DEL CORAZON. Hacia una Pedagogía de la Interioridad. 

Ed. Walters Kluwer.
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2 comentarios:

  1. Así es, aunque a veces hay noches donde a uno se le muestran las cosas muy sombrías, ello sucede así para propiciar que iluminemos con nueva intensidad el momento presente.

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